Evocaciones de La Caldera de Taburiente, La Palma

Por las mismas sendas de Aceró donde escanció sus pasos la gente antigua, los mismos sonidos de origen, las mismas piedras besadas por el agua, ímpetu labrando esculturas pétreas, quietamente. Sutil arrullo colmado de brillos modelando la angostura.
Suerte de llenarse el espíritu con incontables tapices de paredes eternamente desgarradas. Suerte de dejarse llevar por los diques imprevisibles de Aceró, pincelando trazos de fuego nacidos de la tierra.
¿Dónde no quedaron fijadas las miradas aborígenes?
Tiempo fugaz benahorita en el santuario casi eterno de Aceró; y en cambio tan elocuente que el aire respira ecos del continente y las piedras dicen de un pueblo universal.

En Taburiente buscaba el cielo de Tanausú y  creí sentirlo escondido tras una "cascada de colores."


En la isla de La Palma, 16 de agosto de 2015